El Relojero de la Calle de la Sal
Casi todas las semanas, Antonio Mingote caminaba hasta la plaza Mayor para desayunar con su gran amigo Angel Manuel García, uno de los propietarios de Antigua Relojeria, los dos, apasionados de Madrid y de mente inquieta, diseñaron decenas de proyectos tomando café en alguna de las terrazas de la Plaza Mayor.
Antonio tenía una relación muy especial con la calle de la Sal, ya que en el edificio número uno de la calle dibujó los trampantojos dedicados a la obra de Benito Pérez Galdós, que se inauguraron en 2001 y en el suelo, frente al número 2 de la calle lucen dos de las placas de Comercio centenario diseñadas por él.
En uno de estos desayunos surgió la idea de un autómata que saludara a los transeúntes desde encima de la relojería. Un par de horas y un par de cafés después aparecieron por la relojería con una servilletas llenas de bocetos de lo que sería el Relojero.
Dicho y hecho, en unos meses la empresa Cándido Valverde colocaba el Relojero de la calle de la sal sobre la fachada.
A partir de entonces cada visita de Antonio suponía una mejora en la figura. “Angel Manuel, hay que poner un gallo y un reloj de sol y quitamos los relojes con horas de otros países”. “no me gusta el metacrilato vamos a poner un tejadillo” y así cogió forma nuestro Relojero, un vecino más de la calle, desde 2010.
Hoy, cientos de madrileños y turistas se para a escuchar su sonería y a ver sus movimientos, los guías turísticos aprovechan para enseñar lo que es un chotis e, incluso, grupos de amigos se reúnen delante de él para comer las uvas en nochevieja.











