Antigua Relojería
Desde hace ya más de 140 años, esta pequeña relojería es un icono de la calle de la Sal, junto a la Plaza Mayor, en pleno centro de Madrid. Cada generación ha tratado de mantener el carácter y la calidad de este histórico establecimiento. Aquí os mostramos algunas pinceladas de la historia de la Antigua Relojería.
Corría el último cuarto del siglo XIX, con la monarquía borbónica recién restaurada y Pérez Galdós novelando la vida en un Madrid agitado por los movimientos sociales, cuando don Inocencio López fundó la Antigua Relojería, primero, en la calle de las Fuentes y, muy poco tiempo después, en la calle de la Sal.
En aquellos años, se vendían relojes de pared, de sobremesa, de antesala, despertadores y relojes de bolsillo, pues no fue hasta la primera guerra mundial cuando aparecieron los primeros relojes de pulsera. Y si, ya en aquellos años se llamaba Antigua Relojería pese a ser nueva.
En 1906, con motivo de la boda de Alfonso XIII, se editó una publicación que sirviera como guía del magno acontecimiento tanto a los madrileños como a los forasteros que inundaron Madrid en aquellos días, en ella aparece un anuncio de Antigua relojería ofreciendo relojitos a 6 pesetas y reparaciones con garantía.
Tras la guerra civil, con el local muy afectado por la contienda, don Inocencio decide que, tras 60 años tras el mostrador, es hora de descansar y habla de su situación con su amigo Genaro García, riojano de Enciso y representante de Omega en España por aquel tiempo.
Con las importaciones de Suiza paradas, Genaro ve una buena opción de seguir su pasión por la relojería desde el otro lado del mostrador y se hace cargo de la Antigua Relojería.
Genaro se hizo cargo de un negocio ya bastante conocido, pero comprendió muy pronto la importancia de seguir creciendo dándose a conocer a más público.
Aunque hasta entonces no era extraño encontrar anuncios de Antigua relojería en los periódicos de la época, a partir de los años 40 cada vez fue más habitual, muchas veces asociados a marcas como Omega o Longines o en campañas más elaboradas como las viñetas de chistes de Certina y Antigua Relojería que aparecían cada semana en ABC.
En los años 50, comenzó un proyecto en Radio Intercontinental del que don Genaro se sentía especialmente orgulloso, el serial “La portera y los vecinos”, un espacio costumbrista que reunía a la familia por las tardes alrededor de la radio.
A don Genaro le acompañó durante muchos años en su andadura Gabriel, un relojero tan carismático que muchos clientes aún le recuerdan, después se unieron a la familia de Antigua Relojería algunos más como Romeo o Ignacio.
Por aquellos años ya empezaba a incorporarse a la relojería la nueva generación, primero Ernesto y, años más tarde, Ángel Manuel aprendían el oficio mientras terminaban sus estudios.
Ernesto y Ángel Manuel (hijos de Genaro) continuaron el legado de la relojería acercando el mundo relojero a programas de televisión y abriendo su catálogo a empresas de todo tipo, sin olvidarse de sus clientes de a pié.
Esta generación también tuvo magníficos colaboradores como José Antonio, Joaquín o los hermanos Mario y Carlos, hijos de Romeo y herederos de su pericia con los relojes.
En 1980 Antigua Relojería celebró por todo lo alto sus primeros 100 años. Un par de décadas después, el Ayuntamiento de Madrid reconoció a los comercios Centenarios Madrileños con unas placas diseñadas por Mingote que representan el paso de los años, colocadas en el suelo, delante de los establecimientos. La Antigua Relojería luce con orgullo la suya que cada día fotografían decenas de turistas.
Ya en los 90, empezó a incorporarse la tercera generación, Ignacio (hijo de Ernesto) entra a formar parte de la familia de Antigua Relojería incorporándose más tarde Reyes (hija de Ángel Manuel) y Javier (hijo de Ernesto) completando lo que es la tercera generación.
A principios del nuevo siglo, un nuevo relojero entró en la familia, el Relojero de la calle de la Sal, nuestro autómata diseñado por Antonio Mingote que saluda a los transeúntes desde la fachada.
Con la merecida jubilación de la generación anterior, a Ignacio, Reyes y Javier se unieron excelentes colaboradores, Máximo, Antonio, Fernando y, posteriormente Guti y Jesús que siguen cuidando a diario de los relojes que llegan a la tienda.
Una suerte encontrar tan buenos relojeros cuando cada vez quedan menos.
Aún siendo un establecimiento tradicional, Antigua Relojería no podía quedarse atrás y no incorporarse a la evolución del comercio. Nuestra tienda on line atiende a nuestros clientes que no pueden acercarse hasta nuestro local. De ella se ocupa Diana, la última de la familia en unirse a Antigua Relojería.